jueves, 2 de enero de 2014

Cuentos del viejo reino: Luz de Medianoche.


Hacía calor esa mañana, el verano estaba resultando bastante intenso ese año. El joven Peter acababa de despertarse, se vistió con la ropa de faena, se recogió los rebeldes pelos en una coleta y salio a toda prisa de casa.
- Perdón llego tarde.- Dijo apresuradamente según entraba por la puerta del señor Atkinson, el viejo gruñón que regentaba la licorería del pueblo.
- Muchacho, últimamente no haces más que retrasarte, al final tendré que pagarte menos.- Gruño el viejo con una sonrisita malévola.El señor Atkinson era un hombre mayor, bajito y rechoncho. Sus grandes gafas aumentaban el tamaño de sus ojos verdes de forma cómica. A Peter le costaba tomarse enserio sus amenazas cuando las llevaba puestas.
- Lo siento, señor Atkinson. ¿ Hay que llevar algún encargo a Loen?- Pregunto el joven algo ansioso.
- Ah, mmmm.- Rebuscó entre sus papeles.- Veamos... Si, hay un encargo de la taberna.- Miró al chico por encima de sus enormes gafas. - Ya entiendo... ¿Quien es la chica? Eh, Bribonzuelo.- Peter se ruborizó tanto que el anciano no pudo reprimir una sonora carcajada. - Bueno chico será mejor que salgas ya de aquí o se hará muy tarde.- Dijo el hombre mirando el reloj.

Aquella mañana hubo bastante trabajo, tuvo que visitar varios pueblos de la zona para entregar barriles de cerveza y otros licores. Cuando puso rumbo a Loen la hora de comer ya estaba cercana. Llegó a la taberna de Loen cuando el sol brillaba en su punto más alto, el calor empezaba a ser insoportable. Peter situó el carro cerca de la parte trasera de la taberna, desató los caballos y los llevó un abrevadero cercano, estaban sedientos. Entonces se dirigió a la puerta y llamó, una fuerte voz habló al otro lado.
- Ya va, ya va- Y un segundo después un robusto hombre abrió la puerta.
James el tabernero era un hombre bastante alto, de aspecto hosco, con cabellos grasientos y rojos como el fuego, que hacían juego con su poblada barba. Pero, a pesar de aquella primera impresión, James era un hombre calmado, gracioso y extremadamente ruidoso.
-Hombre muchacho ¡Ya iba siendo hora!- Una enorme sonrisa se dibujó en su rostro. - Pensé que tendría que servirles vinagre a mis clientes. Vamos descarga esos barriles y deja que te sirva algo de comer.¡Debes de estar hambriento!

Peter se sentó en la mesa de la taberna agotado y empapado en sudor, el estomago le rugía. Alguien le sirvió varios platos de comida al momento.
- Creí que hoy no te tocaba venir. ¿Que tal va todo?- Una bonita joven le miraba sonriente. Peter alzo la vista y cuando vio a la muchacha se sonrojó.
-Ho... Hola... Natalie. Bien...y tu ¿Que tal?- Balbuceó el joven que tenía clavado sus ojos en el plato de sopa.
Peter no lo sabía, pero Natalie se había fijado en el desde el primer día. Recordaba perfectamente el momento en el que abrió la puerta trasera y le vio, su pelo castaño recogido en una torpe coleta, sus fuertes brazos que cargaban unos pequeños barriles y sobre todo sus ojos, redondos y de un color miel que la encandilaron.
-Oye Peter.- La joven hizo una pausa, parecía algo nerviosa.- Verás, mañana se celebra la fiesta de las hogueras... y...- Se ruborizó ligeramente y, apartando la mirada, añadió.- Me preguntaba si querrías venir conmigo.Peter casi se atragantó con un trozo de cerdo asado, la proposición le había cogido por sorpresa. ¿En serio Natalie acababa de pedirle que fuera con ella a la fiesta de las hogueras? Su corazón latía con fuerza.
-Pues... Pu... ¡Claro que si!- Dijo casi gritando. Su cara estaba completamente roja pero miraba directamente a los ojos de la joven, con una enorme sonrisa dibujada en la cara. Peter se despidió de Natalie asegurandole que mañana, en cuanto terminase el trabajo, acudiría a la plaza del pueblo. Ambos acordaron encontrarse allí antes de que el sol se ocultase.

La tarde trascurrió de manera tranquila y finalmente volvió a la licorería del.
-¡Vaya parece que la hora de salida si que la cumples!- Bufó el anciano que, en aquel momento, estaba entre varias pilas de papeles.- Tengo buenas noticias para ti.- Levantó la mirada de los papeles y miró a Peter.- Mañana es la fiesta de las Hogueras y, como llevas solo unos meses trabajando para mi, no repartimos nada ese día.- Peter miraba atentamente a al anciano, con un brillo especial el los ojos.
- Eso quiere decir que ¿Tengo el día libre?- Pregunto Peter con algo de impaciencia.
- No exactamente muchacho. Ese día acostumbro a abrir un pequeño puesto en la plaza de Loen y...- Su boca adquirió una sonrisa pícara.- Deberás ayudarme a llevar los licores hasta allí. Pero tranquilo, una vez terminemos tendrás el resto del día libre. Peter suspiró aliviado, le gustaba aquel trabajo y el señor Atkinson era un jefe bastante peculiar, pero no le habría gustado tener que trabajar la noche de las Hogueras. ¡Y menos la de aquel año!

El sol se había puesto ya cuando Peter se despidió de Atkinson y salió de la licorería. No le gustaba demasiado regresar a casa caída la noche. Últimamente se escuchaban rumores de gente que había visto luces misteriosas en los bordes de los caminos. En aquel momento acudió a su memoria una vieja historia que su madre le contaba cuando era niño, una en la cual las gentes que se aventuraban detrás de aquellas luces desaparecían. Apresuró el paso, aterrado como un niño, deseando llegar lo antes posible a casa. Aquella noche le costó bastante conciliar el sueño. Estaba demasiado nervioso por lo que pasaría en la noche de las hogueras.¿Se decidiría a decirle lo que sentía por ella? Esa pregunta le estaba acosando desde la comida. Se quedó dormido mientras imaginaba como transcurriría su cita con Natalie.

El señor Atkinson le hizo trabajar duro. Los pobres caballos tiraban del carro a duras penas ya que estaba lleno de demasiados barriles. Había licor de manzana, de melocotón, de moras, cerveza añeja, negra, de trigo, además de bebidas propias de la licorería como la cerveza especiada o el licor de aguanegra. Cuando llegaron a la plaza de Loen muchos de los comerciantes ya tenían sus puestos montados. Dejaron el carro cerca de la taberna de James y este les esperaba ya en la puerta.
-Llegas tarde viejo Fergus, cada año te retrasas más.- Gritó el tabernero dedicando una sonrisa a ambos.
-Ay James, estos caballos ya están algo mayores para estas cosas. A ver si este año se nos da mejor y con las ganancias compro un par nuevos.- Contestó Atkinson con aire despreocupado.
-Si consigues dinero suficiente esta noche, como para comprarte dos caballos, te juro que me retiro del negocio para siempre.- Bromeó James mientras empezaban a descargar los barriles. 
   Para cuando acabaron de montarlo todo y descargar todos los barriles ya había pasado más de media mañana. La gente empezaba a salir de sus casas y, cerca de la hora de la comida, la plaza estaba rebosante de actividad. Muchos habitantes de los pueblos vecinos se habían animado a asistir a la celebración. La muchedumbre deambulaba entre los puestos comprando comida, dulces, licores, artesanía y un largo etcétera de cosas que allí vendían.

Peter buscaba con la mirada a Natalie, estaba muy nervioso. Pero no fue hasta primera hora de la tarde, cuando la plaza estaba más despejada, cuando ella por fin apareció. Estaba hermosa, lucia un precioso vestido verde de seda, sus cabellos ondulados de color miel caían suavemente sobre sus hombros y sus ojos grises buscaban a alguien entre las gentes.
- Peter, Peter aquí.- Llamó la atención del chico sonriendo.- Hola, me alegro de que hayas podido venir. ¿Ya has terminado de trabajar?-
- S... Si, el señor James nos ayudó y terminamos antes de lo esperado.- Peter sonreía bobamente, una cálida sensación se apodero de el.
Fue una tarde increíble, pasearon por el pueblo, recorrieron todos los puestos, tomaron unos licores en el puesto del señor Atkinson, el cual les sacó los colores a la pareja. Los últimos rayos de la tarde iluminaban las calles de Loen cuando los los chicos se sentaron en un banco a descansar.
-Esto... Verás... Natalie... yo quería...- Pero no pudo terminar la frase, ella se había acercado a este y lo besó. Fue un beso bastante torpe, se notaba que era el primero para ambos, Peter creyó que su corazón iba a salirse del pecho. ¡Aquello no podía ser real! Cuando se separaron el chico se pellizcó.- Auch.- Se quejó..
- Pero ¿Que haces?- Preguntó Natalie avergonzada.
- Me pellizco para saber si esto es real.- Contestó Peter risueño.

El humo empezaba a elevarse sobre los tejados, ambos se apresuraron para llegar a la plaza a tiempo de ver el encendido. Justo cuando entraron en la plaza las primeras llamas surgían entre los grandes troncos apilados. Cuando estas alcanzaron cierta altura el humo de una docena de hogueras, repartidas por todo el pueblo, se elevó hacia el cielo nocturno.
Las bandas comenzaron a tocar y en poco tiempo las gentes comenzaron a danzar alrededor de las hogueras. Peter y Natalie bailaron animadamente hasta bien entrada la noche. Cuando se cansaron acudieron al puesto de Atkinson y se tomaron una ultima bebida. Peter acompañó a Natalie hasta su casa.
- Lo he pasado de maravilla esta noche, Peter, de verdad. Me alegro que hayas venido, espero verte pronto de nuevo.- La dijo la joven mirando tímidamente a Peter.
- Yo también lo he pasado bien, ha sido una noche perfecta. Espero que James se quede pronto sin alcohol para poder verte.- Dijo Peter entre risas.
Se miraron a los ojos durante un largo momento y finalmente se fundieron en un profundo beso. Les costó un rato separarse y tardaron algo más en despedirse. Finalmente Natalie entró en su casa y Peter volvía al puesto de su jefe.

El señor Atkinson había bebido más de la cuenta aquella noche. Cuando Peter llegó al puesto James estaba terminando de guardar los barriles en la taberna.
- Me temo chico que el viejo Fergus no podrá volver a casa esta noche. Ha bebido más de la cuenta.- Le explicó James.- Puedes quedarte tu también aquí esta noche, si quieres.-
- No gracias James, creo que debería volver a casa y también llevar el carro de vuelta a la licorería.- Dijo Peter mostrando la responsabilidad que le caracterizaba.
Entre el y James cargaron los barriles en la carreta, la mayoría ya vacíos. Peter dejó uno de los caballos en el establo de la taberna, para que el señor Atkinson regresara a casa al día siguiente, montó el en carro y se despidió cordialmente del tabernero. 

El camino estaba oscuro, la luna aun no había asomado y le costaba seguir dentro del trazado. Algo llamó la atención del muchacho unos metros delante, una pequeña luz se encendió al borde del camino. Peter detuvo el carro.
-¿Hola?- Hizo una pausa escuchando atentamente.- ¿ Hay alguien ahí?- Nadie contestó, la luz seguía brillando y se mecía suavemente unos metros más allá. 
Un frio se apoderó de golpe de Peter, comenzó a temblar sin control, a su mente acudió aquella vieja historia que su madre le contaba sobre las luces. Quería huir, salir corriendo de aquel lugar, estar a salvo en su hogar, pero algo se lo impedía. Poco a poco, como movido por unos hilos invisibles, Peter empezó a avanzar hacia aquella luz.

No era dueño de su cuerpo, el terror había tomado el control de su mente y perdió la noción de espacio y el tiempo. Tras un largo rato aquella misteriosa luz se detuvo, Peter pudo ver claramente que se trataba de un viejo farol, pero eso no fue lo único que vio. Una oscura criatura lo sostenía , era negra totalmente, no poseía ni ojos, ni nariz, ni orejas, solo disponía de una gran boca que en aquel momento dibujaba una maligna sonrisa, enseñando sus afilados dientes. La criatura no era más grande que un niño, pero sus brazos eran anormalmente largos. Peter estaba al borde del infarto, la visión de aquel terrible ser le producía un horror indescriptible, pero lo que más miedo le daba era que su cuerpo no respondía. El muchacho avanzó lentamente, una vez más, hacia el lugar donde se encontraba aquella criatura. Peter gritó con todas sus fuerzas, pero no había nadie allí para escuchar sus gritos de dolor.

Fin 

domingo, 17 de junio de 2012

Capitulo 2: Una extraña llamada.




Habían pasado varias semanas desde el incidente a pesar de ello Pili y Li seguían muy agitadas por lo ocurrido. No hablaban de otra cosa cada vez que se reunían hasta que una noche.
- Joder es que menuda pasada, sigo acordándome de cuando le pegaste ese patadón en la boca.- Comentaba Li mientras se preparaba otro cubata, esa noche se quedaba a dormir en casa de Pili. – Mmm… no se… deberíamos anunciarnos en el periódico o algo.-
- Jajajaja, si claro… O abrir una oficina en plan detectives ¡No te jode!- Contestaba Pili terminando de secarse el pelo, se acababa de duchar.
- Tia… ¡Esa idea es cojonuda!- El alcohol empezaba a hacer notar sus efectos.- ¿Te lo imaginas? Buah, sería la hostia.- La chica imaginaba como sería ser detective.

La noche trascurrió tranquila mientras las dos chicas hablaban de la idea de la oficina. El Jack Daniels inundaba sus venas poco a poco, entre risas y situaciones imposibles. Hasta que finalmente terminaron durmiéndose.

Los primeros rallos de sol entraban por las rendijas de la persiana, iluminando tenuemente la habitación. El teléfono comenzó a sonar.
- Hostias, argh… ¿¡quien coño llama al puto teléfono a estas horas!?- Pili se despertaba sobresaltada y con una horrible resaca.- ¿Quién es?- Pregunto con la voz ronca.
- Si, estooo… hola… yo…- Una voz suave y dubitativa le respondía.- ¿Eres… Pili?-
- ¿Quién lo pregunta?- Pili se estaba quedando medio dormida.
- Esto veras… tu y una amiga tuya ayudasteis a una chica de mi clase hace unos días… ¿no?- Pregunto la persona al otro lado del teléfono casi en un susurro.

Hubo un prolongado silencio ya que Pili se había quedado dormida con el teléfono en la mano. En ese momento Li, que se había despertado por el ruido, cogió el teléfono de la mano de Pili.

- ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? EH, HOLA- Repetía una voz al otro lado del teléfono.
- Esto, hola… ¿Quién eres?- Pregunto Li.
- Yo… tu no eres la chica con quien estaba hablando.- El chico al otro lado estaba confuso.- ¿Quién eres?-
- Pues no, no soy Pili, ella se ha quedado dormida. Yo soy una amiga suya, Li.- Contestó mientras bostezaba.
- Ah, tu eres la otra chica.- dijo con un hilo de voz.- Verás vosotras ayudasteis el otro día a una chica y quería pediros ayuda con un asunto.-
Li se quedó callada unos momentos antes de contestar, no podía creerlo. Hace cosa de unas horas estaban hablando de abrir una oficina para ayudar a gente y ahora esto. ¿Sería alguna especie de señal de jodido Dios?
- Si… perdón… es que me acabo de despertar… ¿Quieres que nosotras te ayudemos?- Li no salía de su asombro.- ¿De que se trata? -
- Bueno… es un tema delicado… ¿Nos podríamos reunir en algún lugar?-
- Mmmm bien deja que piense. ¿En el bar La Madame a las seis?- A Li le encantaba ese bar.
- Bien, allí nos vemos. Gracias…- Y acto seguido colgó el teléfono.

Li no salía de su asombro, todavía no se lo creía. Pellizco a Pili para saber si estaba soñando.
- ¡Ay! Coño, porque cojones me pellizcas.- Pili se despertó con un intenso dolor en el brazo.

viernes, 15 de junio de 2012

Capitulo 1: Aquella noche.




 Era una noche de invierno, la lluvia que castigaba la ciudad los últimos días había cesado. Una muchacha solitaria regresaba a casa, había salido de marcha y se le paso demasiado la hora.
Unos pasos detrás de ella hicieron que sus niveles de ansiedad aumentaran, cuando de pronto una mano tapo su boca. El grito quedo amortiguado y los ojos de la muchacha miraban de un lado a otro intentando ver algo.
-Shhhh, guarda silencio putita, si te portas bien no saldrás herida.- Susurró una voz grave en su oído.- Y ahora te vas a estar quietecita mientas me aseguro.- El hombre ato un pañuelo rojo, amordazando así a la chica.
La dio la vuelta y la muchacha finalmente vio la cara de su agresor, un hombre de mediana edad, casi totalmente calvo, con unos ojos cargados de lujuria en ese momento. La tiró al suelo, le subió la falda y le arranco las bragas. La muchacha esta muerta de miedo, no hacia otra cosa nada más que llorar.

-Joder tia, mira que tarde es, te dije que mañana tenía que madrugar.- Dijo Pili mientras aceleraba el paso.- Mañana tengo que ir a la puta mierda esa.
- Relaja la raja, que no es tan tar…- Decía Li cuando Pili la mando callar.
- Chsss, Li escucha ¿Lo oyes?- Susurró esta a Li.

Se quedaron unos segundo escuchando percibiendo los sollozos provenientes de una callejuela cercana. Ambas chicas se acercaron sigilosamente al sitio de donde venían los sollozos.
Se asomaron por la esquina y vieron como el calvo se bajaba los pantalones y a la muchacha llorando, tirada abierta de piernas. Las chicas sintieron en ese momento una mezcla de sentimientos asco, desprecio, pena, miedo… Pili fue la primera en reaccionar se abalanzo contra el tio, propinándole un buen empujón con el hombro, que derribo al violador al suelo. Li aparecía justo detrás de ella y le asestó una patada con toda su fuerza y su rabia en los cojones. Y luego otra y otra y otra más.
-¡¡¡HIJO DE LA GRAN PUTA, CABRÓN DE MIERDA, DESHECHO DE LA SOCIEDAD, PUTO SALIDO DE MIERDA…!!!- Gritaba Li mientras le pateaba la entrepierna.

El violador calvo se retorcía de dolor, de su garganta solo salían gritos de horror y comenzó a llorar. Mientras Pili ayudaba a la muchacha a ponerse en pie y le quitaba el pañuelo de la boca.
- Tranquila, tranquila, ya pasó.- Dijo mientras abrazaba a la chica.- Li ¡Ya basta!- Grito Pili.- Creo que ese hijo de puta no podrá volver a usar su pajarito por mucho tiempo.- Sentencio mientras dejaba a la muchacha y se acercaba a Li.
 -So…Sois… sois una putas, una perracas. Cof, Cof, cuando me… recupere os encontraré…so putas.- Se aventuró a decir el calvo, convaleciente aun por el dolor.

En ese momento la ira de Pili se dejo notar en la boca del violador, el puntapié que le propino en toda la boca hizo que parte de su dentadura saltase por los aires.
- Valiente hijo de la grandísima puta. Mas te vale que no volvamos a verte o la próxima vez… la próxima vez…- Pili dudó, en ese momento se dio cuenta de que habían hecho.
-Te mataremos puto cobarde de mierda.- Li terminó la frase, su mirada hacia el hombre era tan fría como el hielo, fría y sincera. Hasta el calvo se asustó.

Las tres chicas salieron de la callejuela, acompañaron a la muchacha a su casa. Esta no dijo nada en todo el camino salvo un gracias al final. Cuando por fin se quedaron sola.
-¿Hostias tia que cojones hemos hechos?- Pili se sentía rara.
-Joder que puto subidón, esto es mejor que todo el alcohol y las putas drogas juntas.- Li estaba eufórica.- Hemos salvado a una chica de un jodido violador, somos Heroínas jajajaja.- Li dejo escapar una risa nerviosa.
- Tia, nunca creí que fuera capaz de hacer algo así, dios que chute de adrenalina.- la eurforia de Li era contagiosa.- Hostias ¿Como nos ha llamado el hijo puta ese? –
- Perracas, creo- Respondió Li.
- Perracas…Mmmm. Me gusta…- Dijo Pili mientras pasaba la mano sobre los hombros de Li.
- Cuidado delincuentes ha llegado las…- Comenzó a decir Li.
- PERRACAS.- Gritaron las dos al unísono. 

lunes, 11 de junio de 2012

Perracas: El Comienzo.



"La escasa luz que iluminaba el callejón dejaba entrever la figura de una mujer. Sus botas hacían que sus pasos resonaran en el callejón. La pistola que portaba en su mano derecha dejaba escapar destellos cuando la luz de las farolas le alcanzaba.

Un ruido un poco adelante hizo que la chica se pusiera alerta, con un rápido movimiento arrimó su espalda contra la pared, agarrando la pistola con sus dos manos y permaneció alerta uno segundos.

Alguien dobló la esquina, era una mujer rubia, con un pelo largo y rizado, unos labios carnosos y unos senos descomunales. Portaba un revolver, una magnum para ser más exactos, al ver a la otra chica allí en posición de alerta gritó:
-Puta ¿Que haces ahí escondida?- Dijo mientras bajaba el arma.
-Hostias Li, no aparezcas así sin avisar ¡joder, casi te reviento la cabeza!- Respondió la chica bajando el arma también.

De repente un sonido llamo la atención de las 2 chicas, el sonido provenía de una de las escaleras de incendio del callejón.
-Allí esta el hijo de puta, Pili a por el.- Susurró Li.
Ambas comenzaron a correr en dirección a la escalera. Li ayudo a Pili a llegar hasta la escalera corrediza y la deslizo hasta abajo, para que Li pudiera subir. Las chicas prosiguieron la persecución del individuo hasta la azotea.
-Alto ahí, ¡Hijo de puta!- Grito Li con todas sus fuerzas.- No quiero tener que disparar mi Pollaco y que tu cabeza parezca confeti.-
- ¡P…Pe…Pero porque me estáis siguiendo!- Pregunto el hombre con los ojos desorbitados al ver el tamaño de el arma que portaba Li.
-Oh ¿No te acuerdas? Maldito desgraciado.- Pregunto sarcásticamente Pili.- Anoche estuviste en el Zorra’s y te bebiste el cubata de mi amiga Li.-
- ¿Por eso me estáis siguiendo? ¿Sois tontas o que?- El tono del hombre estaba cargado de desprecio.- ¿Por qué me bebí el cubata de una zorra?- El odio de esa ultima palabra hizo que Li entrase en un estado de ira profunda.

Un sonoro disparo reventó la rodilla del hombre, que cayo gritando del dolor. La sangre empezó a inundar rápidamente el suelo. Li se acercó a el y lo agarro de la pechera.
- Mira hijo de la gran puta, nadie me llama zorra y nadie, repito NADIE se bebe mi alcohol.- Y lo soltó de golpe haciendo que su cabeza golpease contra el suelo.
- ¿Hola, 112? Si verá hay un hombre herido en la azotea de edificio San Cristobal. Si, es urgente tiene la rodilla reventada. Si, un accidente. No, zorra no se su edad ¡JODER MANDEN LA PUTA AMBULANCIA O SE MUERE!, Hostia ya…- Y colgó el teléfono.- Tia Li te has pasado un poquitín…-
-Los cojones, que le den. Si se hubiera arrepentido no habría sufrido tanto.-
-¿Quién coño sois vosotras?- Dijo el hombre en con una voz débil.

Ambas chicas se giraron. Una era morena, con el pelo por debajo de los hombros, vestida con un corsé que realzaba sus exuberantes formas. Y una minifalda gótica acompañada de medias de rejilla y unas botas enormes. La otra era la rubia de enormes pechos, vestida de cuero negro y taconazos.
-Nosotras somos Li y Pili, baby.- Dijo Li
-Somos las Perracas, no lo olvides. Si te vuelves a cruzar en nuestro camino o le hablas a alguien de lo que ha pasado aquí esta noche, más vale que huyas lejos. Aunque al final te encontraremos y desearas no haber abierto la boca.- Sentenció Pili mirando directamente a los ojos del moribundo."